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La ayuda de profesionales puede ser la solución que necesitamos cuando se trata de espacios. Ellos cuentan con los conocimientos y la visión requerida para crear ambientes acordes a nuestras necesidades y gustos. Hoy te contamos sobre el rol del diseñador de interiores y cuáles son los criterios que se tienen en cuenta a la hora de realizar un proyecto.

 

¿No te pasó alguna vez que le diste mil vueltas a la resolución de un espacio y luego vino alguien “que sabe del tema” y en dos minutos te dio ideas geniales y prácticas? Ese es el gran aporte de incorporar profesionales idóneos para materializar el lugar donde vivimos o trabajamos.

El rol del diseñador de interiores muchas veces suele confundirse con el del decorador. Para aclarar esta y otras dudas, consultamos a María Laura Di Buccio, profesional de esta disciplina quien nos cuenta la diferencia en el trabajo de ambas profesiones: “Los decoradores de interiores usualmente trabajan con espacios pre existentes que no necesitan ninguna alteración física. Ellos cambian la apariencia de un lugar mediante el uso del color, los acabados de las superficies y la iluminación, de manera que se adapte a una función concreta, pero no realizan ninguna modificación de la estructura del edificio. En cambio,  los diseñadores de interiores o interioristas podemos encarar distintos proyectos que van desde los que solo necesitan una ayuda decorativa hasta aquellos en los que se requiere de un cambio en  la estructura”.

El primer paso en la relación de un interiorista y su cliente es la confianza. “Tenemos acceso a la intimidad de sus hogares y su forma de vivir. Somos generadores de entornos que pasarán a ser parte de su cotidianidad”, afirma Di Buccio.

En cuanto al trabajo del Diseñador de Interiores en sí, Laura nos cuenta: “un interiorista se encarga de la planificación espacial y de la creación de esquemas decorativos, pero generando cambios estructurales. Tenemos la posibilidad de elegir acabados, muebles y esquemas cromáticos dependiendo tanto de las premisas del cliente para dicho proyecto, como del presupuesto con el cual debemos regirnos”.

La premisa es “crear espacios innovadores que se adapten al presupuesto y a los requisitos del cliente, tanto en términos de funcionalidad como estética. El famoso equilibrio: FORMA – FUNCIÓN es lo que manda”, indica la profesional.

 

La importancia de la planificación

Un Proyecto de Diseño tiene fases principales que se deberán desarrollar en un tiempo y un orden determinado para que el mismo culmine con éxito. El esquema puede variar algo según cada diseñador, pero lo que no puede faltar es la planificación. Sin este punto, no llegaremos a lograr los objetivos de manera óptima.

Las distintas instancias para la elaboración de un Proyecto de Diseño son:

  • Realizar un resumen gráfico de las propuestas de intervención siguiendo lo conversado con el cliente en la entrevista previa. En esa reunión la clave es la escucha para conocer su ritmo de vida, gustos y necesidades relacionadas con el espacio a intervenir.
  • Especificaciones de materiales, colores, equipamiento, etc., partiendo de ideas generales para definir tipo y forma de los envolventes (muros – piso – techo), muebles/objetos por agregar, modificar y/o quitar para llegar a lo requerido.
  • Desarrollo de planos de la vivienda tal como está actualmente.
  • Elaboración de las propuestas definitivas con planos y especificaciones técnicas en detalle (se incluyen imágenes 3D, que permiten que la idea de diseño llegue al cliente de la misma manera como la concibe el diseñador en su cabeza).

Luego de esto viene la conducción técnica durante la ejecución de la totalidad de los ítems del proyecto acordado y la participación y acompañamiento en la reorganización de los espacios a partir de los elementos elegidos (reubicando, excluyendo e incluyendo ítems en el conjunto).

Di Buccio remarca dos claves en todo el trabajo del diseñador: optimizar lo existente y acompañar hasta el final. Y nos indica que “el detalle más pequeño podrá enaltecer o desvirtuar el diseño mayor”.

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