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Joya de Cerén: un lugar para viajar al pasado

En El Salvador hay un sitio que nos permite conocer mucho más de la vida de la gente común del pueblo maya. Se trata de un poblado que fue sepultado por una erupción volcánica y que 1.400 años después conserva las construcciones, herramientas, utensilios y hasta semillas de la época precolombina.

 

Su descubridor la describe como «una cápsula del tiempo extraordinaria». Y no exagera porque Joya de Cerén es justamente eso, un pedazo de la historia del pueblo maya congelado en el tiempo gracias a una erupción volcánica que la sepultó hace 1.400 años.

La persona que descubrió este lugar, casi por casualidad, es el arqueólogo Payson Sheets, quien en 1978 realizaba una investigación en El Salvador y se topó con una estructura cubierta de ceniza encontrada en una excavación realizada por una empresa constructora dos años antes. Este lugar, ubicado en el departamento de La Libertad, al noroeste de San Salvador, representa un importante hallazgo arqueológico que se destaca por su preservación. Los expertos sostienen que el hecho de que este lugar se haya conservado así es casi un accidente histórico.

«Me di cuenta que no había un lugar en el mundo moderno con una preservación de este tipo», afirma Sheets. Esta condición es una de las que más desvela a los investigadores en la materia y haber hallado los restos de Joya de Cerén en ese estado es toda una alegría para los científicos.

 

El lugar

Joya de Cerén era una aldea de pobladores mayas que vivieron alrededor del año 650. Algunos llaman a este sitio la “Pompeya” de América dada las circunstancias similares por la que atravesaron ambos lugares que quedaron sepultados tal como estaban producto de una erupción volcánica.

Pero, al parecer, en Joya de Cerén el fenómeno natural dio tiempo a los pobladores de alejarse, aunque no tanto para llevarse sus pertenencias que quedaron distribuidas en el lugar tal como se usaban y disponían en la vida cotidiana de ese momento.

Los especialistas destacan que este lugar es único y uno de los sitios arqueológicos más importantes porque son los restos de una aldea prehispánica mejor preservados en Mesoamérica. Tal es su importancia que la Unesco lo declaró Patrimonio de la Humanidad en 1993.

El profesor Sheets ha realizado allí múltiples excavaciones en los últimos cuarenta años y dice que la erupción del volcán se dio en fases. Esta podría ser la clave por la cual se preservó tan bien el lugar. En otras circunstancias las ciudades se destruyen o todo se desplaza y no quedan evidencias certeras de cómo lucia el lugar cuando sucedió el fenómeno.

 

Qué se encontró

En las excavaciones se encontraron gran cantidad de objetos y diez edificios. Pero una de las cosas que más llamó la atención de Payson Sheets es que la comida que estaba almacenada en vasijas permaneció igual. “Encontramos una vasija de cerámica con cientos y cientos de semillas de calabaza. Después de 1.400 años, en un clima tropical, las semillas de calabaza no cambiaron ni en tamaño, ni forma, ni peso. Estaban solo con un poco de polvo», afirmó. También se encontraron semillas de frijoles, achiote, maíz y yuca.

Entre las edificaciones encontradas hay casas, bodegas, una cocina, un edificio donde practicaba una chamana (adivinadora), un edificio cívico donde se reunían los líderes de la comunidad para solucionar problemas locales y otro donde se guardaban objetos y se preparaban alimentos que se servían durante ceremonias y otras festividades.

Otro hallazgo fue un temazcal o baño-sauna, que es el único encontrado en pie en toda Mesoamérica.

En la zona descubrieron también cerámicas, cuencos, vasos y cántaros e insectos en muy buen estado de preservación.

Las investigaciones siguen en marcha y no descartan encontrar restos humano en algún momento.

Lo más destacado de Joya de Cerén es que nos permite conocer más sobre la vida cotidiana de la gente común de la época. Muchos otros estudios ya nos dieron amplia información sobre la elite maya, pero muy pocos nos muestran cómo vivía el resto los ciudadanos en esta sociedad.

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