La pileta de pelotas de plástico, la red de sogas para escalar, los inflables y muchos juegos de los que disfrutan los chicos de hoy son obra de la mente creativa de Eric McMillan. Conocé su vida y sus creaciones con nosotros.
Hay una persona que revolucionó la manera en que los niños juegan y se llama Eric McMillan. Este creativo, nacido en Reino Unido, desarrolló juegos nunca antes vistos y cambió la diversión de los chicos.
Su principal obra, y con la que inició este camino dedicado al diseño de parques infantiles, fue el área de juegos del Ontario Place, un gran y revolucionario proyecto realizado en Canadá en los años 70 que incluía sala de conciertos, restaurantes, un teatro futurista y otras atracciones.
McMillan nació en Reino Unido durante la Segunda Guerra Mundial y creció jugando entre los escombros que dejaron los bombardeos.
Aún en esas condiciones y cuando su infancia estuvo llena de privaciones, el juego siempre fue muy importante en su vida y luego fue lo que lo hizo conocido a nivel mundial.
Su trayectoria escolar no fue la más brillante. Sus problema en la vista hicieron que su desempeño no fuera el mejor, pero por circunstancias de la vida llegó a estudiar en una escuela de arte y ese fue el gran salto hacia un futuro de creaciones que disfrutan los niños de todo el mundo.
A fines de los ’60, McMillan emigra a Canadá y es allí donde se convirtió en el inventor del parque de juegos moderno. A él le deben los niños de hoy la creación de la pileta de pelotas o la red de cuerdas para escalar.
El gran salto
Ontario Place fue un proyecto que hizo historia en el ámbito del diseño. Y allí es donde fue a trabajar McMillan cuando se mudó a Canadá.
Su jefe lo invitó a ver la zona destinada a los niños y le preguntó qué pensaba sobre este lugar. La respuesta de McMillan fue categórica: “Es aburrido”.
Se tomó un par de semanas y, junto a un asistente, se pusieron a pensar en las cosas más locas para dar un giro a ese lugar.
Es así que finalmente construyeron atracciones tan geniales como un bosque de bolsas o peras de boxeo, una zona de sonido donde los niños tiraban de una cuerda y salían ruidos, un colchón de aire y un pantano de gomaespuma.
Esta zona de juegos fue algo nunca visto hasta entonces. Abarcaba casi una hectárea e incluía estos novedosos juegos y más.
Todos amaron este lugar al que llamaron la «Aldea de los Niños». Ese sitio se convirtió en el laboratorio donde McMillan pudo desarrollar muchas más ideas locas.
De un juego donde los chicos tenían un charco que debían cruzar con una especie de escalera atravesada, cayendo al agua si no lo lograban, le surgió la idea de hacer toda una zona acuática.
Muchas fueron las invenciones que los niños de hoy disfrutan y que le debemos a Eric McMillan, un niño que se convirtió en un adulto creativo pero que nunca dejó de jugar.