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En los últimos años los vinos sin alcohol han tomado auge en algunos países. Las razones para elegirlos son variadas y las opiniones aún están divididas. Te contamos de qué se trata.

El vino queda fuera de los hábitos de algunas personas debido a su contenido de alcohol. Las razones para no consumirlo son variadas. Desde la intención de perder peso, problemas de salud y alcoholismo hasta cuestiones religiosas.

Estos motivos y la tendencia hacia una alimentación más saludable han hecho que mercados como el de Estados Unidos o los de países de mayoría musulmana, crezcan en el consumo de vinos sin alcohol. Con el aumento de las ventas llegaron también las opiniones: a favor y en contra.

Muchos pusieron el grito en el cielo y el argumento más escuchado fue que sin alcohol el vino no es vino.

Los que están a favor dicen que este tipo de bebidas posibilitan poder tomar vino a quienes les gusta pero por el alcohol no pueden consumirlo. Además indican que su producción abre nuevas posibilidades de mercado.

Una encuesta de julio de este año realizada por la consultora W y difundida por Coviar (Corporación Vitivinícola Argentina), muestra que el 27 por ciento de los hombres y el 37 por ciento de las mujeres entre los entrevistados no consumen alcohol. Para los productores vitivinícolas es una nueva porción de mercado que puede abrirse y algunos no quieren desaprovechar la oportunidad.

¿Cómo se elabora un vino sin alcohol?

Algunos dicen que el vino sin alcohol “técnicamente es jugo de uva”. Pero los especialistas indican que no es así. La presidente de Bodegas de Argentina, Patricia Ortiz, afirma: «El  vino sin alcohol primero es vino y luego es sometido a un proceso para desalcoholizarlo”.

La elaboración del vino sin alcohol es muy parecida a la tradicional. La diferencia se da en que éstos no presentan la concentración de azúcares suficiente para que, durante el proceso de fermentación, se transformen en alcohol.

Para lograr desalcoholizar el vino se utilizan uvas de la vendimia temprana, que tienen menor maduración y por lo tanto menos concentración de azúcares. Estos frutos se someten a una condensación a baja temperatura que evapora lentamente el alcohol propio de la fermentación. También se suelen usar levaduras con rendimiento bajo para evitar que aparezca el alcohol.

¿Son iguales a los vinos tradicionales?

El proceso que se lleva a cabo para desalcoholizar estos vinos hace que se pierda parte de sus aromas naturales. Los especialistas admiten que los aromas y sabores no son los mismos y que estos vinos no tienen el cuerpo, la estructura ni el volumen de uno tradicional. Al gusto se percibe “más aguachento”, aseguran algunos.

Quienes están acostumbrados y gustan de los vinos tradicionales, puede resultar difícil que los acepten.

Los conocedores del tema indican que no es fácil lograr un buen Cabernet o Chardonnay sin alcohol, pero los resultados pueden ser mejores en el caso de los espumantes.

Como ventajas se destaca que los vinos sin alcohol contienen muchas menos calorías que los tradicionales y además conservan los beneficios para la salud de éstos últimos.

Consumidores

Este tipo de vinos son consumidos principalmente por mujeres, en especial las embarazadas. También son elegidos por conductores designados y personas que se abstienen de alcohol por razones médicas o porque no les gusta.

Es una buena bebida para tomarse por ejemplo en un almuerzo de trabajo.

En Argentina algunas entidades vitivinícolas impulsan cambios en la legislación para poder incluir dentro de la categoría de vinos a estas versiones sin alcohol. La iniciativa despertó polémicas pero sus defensores ven en su producción la oportunidad de ampliar mercados.

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