La duda sobre si aplicar frio o calor en una lesión o zona dolorida suele plantearse seguido. Los profesionales afirman que cada una de estas terapias tiene una indicación específica pero hay algunas excepciones y hasta en algunos estudios se vio que ambas tienen un efecto similar.
¿Cuándo tenemos que aplicar frío y cuándo calor? Esa es la pregunta que muchas personas se hacen al momento de aliviar el dolor o los síntomas de una lesión muscular.
El frio y el calor producen, a nivel fisiológico, diferentes reacciones fisicobioquímicas. Es por ello que son dos tratamientos (crioterapia y termoterapia) útiles para aplicar sobre las lesiones de manera inmediata y también diferida.
En líneas generales el frío se suele aplicar de forma inmediata luego de una lesión o golpe y el calor suele reservarse para lesiones a largo plazo (donde no haya inflamación). Pero, como casi en todo, hay algunas excepciones a esta regla.
El frío y calor ayudan a disminuir el dolor y espasmo muscular gracias a la ralentización del metabolismo. El frío se destaca por producir una relajación y una disminución del flujo sanguíneo, lo cual ayuda a disminuir la inflamación y el edema (el líquido que se acumula en las articulaciones o el músculo). El calor también aumenta la relajación, pero al incrementar también el flujo sanguíneo puede colaborar a aumentar el edema y la inflamación local. Sin embargo, este aumento del flujo sanguíneo contribuye a la curación de la lesión.
¿Cuándo frio?
El frío local está recomendado para aplicar de manera inmediata tras un golpe, esguince o “tirón muscular”.
El tiempo máximo de la aplicación debe ser de unos 20 minutos y nunca debe colocarse de forma directa sobre la piel ya que puede causar quemaduras. Para evitar esto lo correcto es usar algún tipo de material como por ejemplo un paño o tela que separe la piel del hielo.
Excederse en el tiempo de aplicación puede colaborar en un aumento de la inflamación por un exceso de vasodilatación local.
Si bien la recomendación general es esta, hay un estudio realizado en el año 2008 que pone en duda el beneficio clínico del uso de hielo y llegó a la conclusión de que, actualmente, falta evidencia científica al respecto. Por lo pronto, en la práctica, se sigue indicando. La ciencia nos dirá a futuro si debemos continuar con esta práctica o no.
Hay algunos casos donde está contraindicado el uso de frío local. Estos son: heridas, sangrados activos, infecciones, piel hipersensible, síndrome de Raynaud o alteraciones vasculares superficiales.
¿Cuándo calor?
El calor local se reserva principalmente para lesiones musculares o articulares de largo plazo. Este tipo de tratamiento ayuda a la vasodilatación, aumentando el flujo sanguíneo y el oxígeno a nivel local y eso es algo que no conviene en una lesión reciente pero sí en una contractura muscular a largo plazo o en un dolor articular crónico.
El uso de calor se indica para casos de contractura muscular o dolor articular sin golpe previo, como puede ser artritis o dolores de espalda crónicos.
El calor se puede aplicar mediante almohadillas eléctricas o de semillas que se calientan en el microondas. Hay que evitar las bolsas de agua caliente, ya que el agua al enfriarse puede ser contraproducente.
Al igual que en la aplicación de frio no debe excederse los 20 minutos porque también existe riesgo de quemaduras.
Los casos donde está contraindicado el uso de calor local son: inflamación o edema local, sangrado activo, infecciones, traumatismos o golpes recientes, hipertensión, cáncer local activo y alteraciones de la sensibilidad.
Como se puede ver ninguno de los dos tratamientos es mejor que otro para el abordar los dolores musculares si no que cada uno tiene una aplicación específica.
Incluso un estudio publicado en 2010, que comparó el uso de antiinflamatorios (ibuprofeno) junto a la aplicación de calor o frío local en pacientes con dolor de cuello y espalda, llegó a la conclusión de que la efectividad de ambos tratamientos era similar.