En muchas disciplinas vemos a personas con desempeños excepcionales y ahí surge la teoría de que nacieron con un don especial, con un talento innato que los llevó a poder realizar semejantes destrezas. Pero, ¿qué dice la ciencia al respecto? ¿Existe el talento innato o son otros los factores que influyen para que esto suceda?
Hay muchas personas que parecen “tocadas por una varita mágica” que les da un don que les permite hacer cosas y alcanzar logros increíbles. Para muchos ese “toque” se llama talento innato. La ciencia aborda esta cuestión y nos cuenta algunas cosas…
Algunos investigadores indican que nadie nace como deportista de elite o músico eximio, pero al mismo tiempo ven que muchas personas no logran ser sobresalientes en una disciplina pese a realizarla por años, incluso se evidencia que ni siquiera mejoran con el tiempo.
Los investigadores Anders Ericsson y Robert Pools sostienen que ser excepcionalmente buenos en algo se debe a lo que ellos llaman «práctica deliberada». Esto se refiere a un tipo especial de práctica que es sistemática y con un propósito. Es decir, no es sólo hacer por ejemplo un deporte durante mucho tiempo sino que lo que se requiere para ser un exponente de elite es atención enfocada y llevar a cabo la actividad con el objetivo específico de mejorar el desempeño.
Ellos sostienen que la diferencia está en que se intenta hacer algo que no podemos hacer y en cambio en la práctica normal se busca “hacer lo mejor que puedes con las habilidades que tienes”.
En la práctica deliberada uno identifica algo que está fuera de su alcance y se propone lograrlo y para ello debe esforzarse al máximo.
Con esta teoría se podría decir que cualquier persona puede llegar a un alto nivel de la actividad que se proponga, sin embargo, los autores aclaran que “la práctica deliberada es difícil, repetitiva y aburrida, y no hay mucha gente dispuesta a someterse a ella”.
Otras teorías
Ericsson y Pools afirman que la idea de que estamos limitados por factores genéticos es un mito pernicioso. Pero está claro que hay ciertas cuestiones congénitas que pueden dificultarnos tener un rendimiento extraordinario, como son nuestras condiciones físicas, mentales y de salud, junto a determinadas enfermedades o trastornos.
Robert Plomin, en su libro «Blueprint», defiende que el talento es resultado de nuestro ADN y para hacerlo cita a los niños prodigio. Sin embargo, destaca que en esos casos encontramos que “un padre estaba ayudando al niño, a menudo comenzando alrededor de los 2 o 3 años de edad, de manera sistemática”.
Esto no implica que debemos desterrar por completo la idea del talento innato, pero la ciencia nos dice que nadie nace siendo un experto, sino que esto se adquiere gradualmente y con los años y, además, que convertirse en un experto implica más que capacitar o entrenar: tiene que ver con la manera en que lo hacemos y la práctica deliberada parece ser la respuesta.
Pero al mismo tiempo advierten que lo “el costo de convertirse en el mejor es extremadamente alto, y quienes logran unos resultados sobrehumanos son aquellos que están dispuestos a sacrificar todo para alcanzarlos”.