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Cómo se mide la fuerza de un huracán

Al igual que para los terremotos, existe una escala que mide la intensidad de un huracán. Se trata de la escala Saffir-Simpson que considera la velocidad de los vientos y los efectos del oleaje y las inundaciones que estas tormentas generan.

 

Los huracanes son grandes tormentas formadas sobre mares cálidos y alimentadas por aire húmedo. La energía que se librea en ellos es tan importante que las nubes comienzan a girar sobre sí mismas llegando a alcanzar grandes velocidades.

Definidos de manera técnica, su nombre es ciclones tropicales, es decir, sistemas tormentosos que tienen una circulación cerrada alrededor de un centro de baja presión que produce fuertes vientos y lluvias copiosas. Pero según el lugar del mundo en el que se produzcan reciben diferentes denominaciones. En Japón, China y Filipinas se los llama tifones; en los países sobre la costa del océano Índico los conocen como ciclones y en al Atlántico los denominamos huracanes.

Para clasificarlos, el 1969 el ingeniero civil Hervert Saffir y el meteorólogo y director del Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos, Bob Simpson, crearon una escala que lleva los apellidos de ambos.

En esta clasificación se tienen en cuenta la velocidad del viento, los efectos del oleaje y las inundaciones.

La iniciativa de crear una escala, tal como existe la de Richter para los terremotos, fue de Saffir quien inicialmente creó una de cinco niveles, basada sólo en la velocidad del viento y que describía los posibles daños en edificios. Posteriormente, Simpson añadió a esta clasificación los efectos del oleaje e inundaciones.

 

Categorías

La escala Saffir-Simpson está compuesta por cinco categorías, de las cuales las tres últimas clasifican a fenómenos climáticos severos, mientras que en las primeras dos, la destrucción que cause el huracán dependerá de en qué zona impacte y qué otros factores climáticos contribuyan.

Los huracanes de Categoría 1 son los más débiles y los de Categoría 5 los más fuertes.

Para esta clasificación no se tienen en cuenta ni la cantidad de precipitación ni la situación en la que inciden. Esto hace que el daño que cause un huracán de menor intensidad puede ser mayor a uno de los más severos, según la zona costera donde impacte (por ejemplo, si es un lugar muy poblado o uno deshabitado).

La categoría 1 engloba fenómenos con vientos entre 119 y 153 kilómetros por hora y olas que pueden llegar a 1,5 metros de altura e inundar algunas zonas costeras. Los daños que causa suelen producirse sólo sobre elementos que no están anclados al suelo.

En la categoría 2, los vientos son entre 154 y 177 kilómetros por hora y las olas llegan a los 2,4 metros de altura. En estos casos pueden verse afectados elementos exteriores de edificios como ventanas y techos y puede que algunos árboles y señales de la vía pública sean arrancados.

Cuando los vientos llegan hasta los 209 kilómetros por hora y las olas superan los 3,6 metros de altura, estamos ante un ciclón tropical de categoría 3. Los daños que puede causar este fenómeno son devastadores y es posible que el agua y la electricidad no estén disponibles durante varios días o semanas luego del paso de la tormenta.

La categoría 4, clasifica eventos con vientos entre 210 y 249 kilómetros por hora con olas que superan los cinco metros de altura. El daño que puede causar es catastrófico ya que la mayor parte de las estructuras de las casas pueden sufrir graves roturas o pérdidas. Los árboles y postes de energía serán derribados.

La más severa es la categoría 5. En ella los vientos superan los 250 kilómetros por hora y las olas exceden los seis metros de altura. Gran cantidad de viviendas pueden resultar destruidas, al igual que los árboles y postes. El área puede quedar inhabitable por varias semanas.