Hay muchas palabras que usamos a diario de las que no conocemos su origen. Incluso si alguien nos preguntara porqué algo se llama como se llama, es probable que simplemente digamos “porque es así”. Pero, para muchas de las palabras que usamos hay una explicación o un origen que podemos descubrir. Hoy te contamos de dónde surgieron los nombres que les damos a los colores.
En la descripción que hacemos de los colores en castellano se dan algunas particularidades, como por ejemplo que hay verde claro y verde oscuro, pero a la tonalidad más débil del rojo la llamamos rosa y no “rojo claro”. Más allá de este dato curioso, podemos conocer el porqué de los nombres que le damos a los colores en nuestro idioma.
Muchos derivan de vocablos del latín y en algunos casos, antes recibían otro nombre que con el tiempo cambio por el que usamos en la actualidad.
Para nombrar al Rojo, antes del siglo 15 se usaban las palabras bermejo, colorado o encarnado. La denominación actual proviene del adjetivo latino “russus”, que denominaba un matiz específico del color rojo (un rojo fuerte).
Un color del que podemos inferir más fácilmente su origen es el naranja. Claramente su nombre se debe a la fruta, que fue introducida en Europa por los árabes que a su vez tomaron su nombre de un término persa.
Amarillo viene del latín amarellus, palabra que deriva de amarus, que significa amargo. Se dice que este color recibió ese nombre por la bilis a la que en ese momento se la llamaba humor amargo. Cuando tenemos problemas en la secreción de esta sustancia, nuestra piel se pone justamente del color al que termina dándole nombre.
La historia del verde es más simple. Deriva del vocablo latino “viridis” que se usaba para referirse a este tono pero también significaba vigoroso, vivo, joven.
La palabra negro también fue tomada del latín. En este caso se da una particularidad porque los romanos llamaban con términos diferentes al negro mate (ater) y al negro brillante (niger). El idioma castellano tomó niger para denominar el color negro en cualquiera de sus opciones.
No todos los nombres de colores se los debemos al latín. Blanco proviene del alemán “blank” y se comenzó a usar en nuestro idioma durante la Edad Media en el contexto de las invasiones germánicas en la península ibérica.
Al igual que pasaba con el rojo, antes de tomar esta nueva denominación, el blanco era conocido como “Albo”, derivado del latín “Albus”.
El Azul debe su nombre a los árabes, que lo tomaron del vocablo persa lazawárd que hacía referencia al lapislázuli.
Diferentes formas de percibir el color
Desde hace siglos los humanos hemos procurado describir el color de las cosas que vemos, pero la manera de hacerlo ha variado.
Paltón consideraba que existían 4 colores básicos: blanco, negro, rojo y brillante.
Los griegos de la antigüedad describían el color de una manera tan extraña que por mucho tiempo se pensó que realmente lo percibían distinto. Nietsche afirmaba que eran daltónicos.
Pero esto no era así, no se trataba de cómo sus ojos y su cerebro percibían el color sino de cómo lo describían.