¡Eso es lo que parece! Un estudio reveló que los cráneos de personas de entre 18 y 30 años presentan con mayor frecuencia una formación ósea en la base de los mismos. El investigador a cargo planteó como posible causa el excesivo tiempo de uso de las nuevas tecnologías.
La forma en la que vivimos deja huellas en nuestros huesos. Estudiando esqueletos antiguos es posible conocer la manera en la que vivían los seres humanos de esa época, sus costumbres, trabajos y hasta su alimentación.
Un estudio reciente llevado a cabo por el investigador de la Universidad australiana Shunshine Coast, David Shahar, revela que en el grupo etario que va de los 18 a los 30 años se está haciendo común la aparición de la llamada “protuberancia occipital externa”. Se trata de un abultamiento en punta ubicado en la zona posterior del cráneo, por encima del cuello, que puede llegar a medir hasta 30 milímetros.
Esta formación ósea no es nueva ya que fue investigada por primera vez en el año 1885 por un científico francés que hasta desestimó tomarse la molestia de asignarle una denominación dada la rareza de su aparición.
Pero, en 2019, Shahar descubrió que su existencia se estaba haciendo común en personas del mencionado rango de edad. El investigador sacó esta conclusión al examinar unas mil radiografías de cráneo de personas entre 18 y 86 años y registrar además sus problemas posturales.
El científico cree que la mayor presencia de esta protuberancia se debe al excesivo uso de celulares y tablets.
Fundamentos
La explicación a la relación establecida por Shahar entre la mayor recurrencia de este abultamiento y el uso de las tecnologías se basa en la postura que adoptamos cuando las utilizamos.
Al mirar el celular u otro dispositivo similar doblamos el cuello y el cráneo se va hacia adelante. Esto genera que nuestra zona cervical deba realizar un esfuerzo superior e inusual para sostener nuestra cabeza que puede llegar a pesar hasta 4 kilos y medio.
Cuando estamos erguidos la cabeza está en equilibrio sobre la parte superior de nuestra columna vertebral y esto alivia la presión sobre nuestros cuellos.
El dolor que deriva de esta postura es denominado por los médicos como “cuello de texto”.
David Shahar considera que la protuberancia se forma porque “la postura curva crea una presión extra donde los músculos del cuello se unen al cráneo y el cuerpo responde creando una nueva capa de hueso”, según indica un artículo publicado por la BBC. Este saliente óseo ayudaría al cráneo a enfrentar la presión extra y a distribuir el peso.
El investigador considera que estas protuberancias no desaparecerán de nuestros esqueletos a futuro pero asegura que no son un peligro en sí mismas. Sin embargo, advierte sobre los problemas que pueden traer otras formas en las que nuestro cuerpo compensa la postura encorvada.