Los juegos on line ganan cada vez más adeptos y al mismo tiempo son motivo de preocupación de padres y profesionales. Durante la cuarentena es uno de los consumos que más se incrementó por eso es bueno conocer más a fondo qué tienen para aportarnos y en qué pueden afectarnos.
El uso de juegos en línea aumentó considerablemente en estos tiempos de aislamiento. Para muchas personas son motivo de preocupación por las posibles consecuencias negativas que éstos puedan traer para la salud de las personas, en especial los niños y adolescentes. Pero, no todo es malo en cuanto a este entretenimiento.
Muchos juegos dan la posibilidad de desarrollar variadas destrezas, conocimientos y capacidades.
La modalidad en línea, a diferencia de otros videojuegos, permite cierta interacción (aunque virtual) con otros jugadores. Algunos especialistas destacan que esto aporta un condimento interesante no sólo desde el punto de vista lúdico sino, sobre todo, desde el punto de vista del desarrollo personal y la socialización.
El hecho de que haya otras personas y que el entorno sea variable hará que debamos saber adaptarnos, además en muchas situaciones habrá que desarrollar estrategias colectivas y trabajar de forma colaborativa para alcanzar los objetivos.
Muchos educadores están evaluando los usos que pueden darse a este tipo de entretenimientos en el entorno escolar. Si los juegos están diseñados con objetivos concretos y su implementación se lleva a cabo con una buena estrategia, pueden llegar a cumplir un rol importante en la adquisición de los conocimientos por parte de los estudiantes. Esto podría vencer la poca atracción y atención que despiertan las tareas escolares en muchos niños y adolescentes. Se puede lograr el tan recomendado “aprender jugando”.
Pero el mundo de los juegos en línea no es solo patrimonio de los más chicos. Para ser exactos, la edad promedio de los jugadores va entre los 25 y los 30 años. Para los adultos el jugar en internet representa una actividad recreativa más que sustituye a la televisión u otros entretenimientos similares. El principal objetivo es desconectarse de las obligaciones del día a día. Sin embargo, este tipo de entretenimiento presenta una diferencia sustancial con respecto a otros y es que dan la posibilidad de participar, de involucrarse en la acción de manera activa, lo cual crea vivencias y estados emocionales reales.
Otros aspectos positivos
Cada juego presenta sus características propias y esto determinará qué habilidades ayudará a desarrollar. Algunos podrán contribuir a mejorar nuestras destrezas visuales, otros, nuestra concentración o las habilidades de comunicación. También pueden trabajarse los reflejos, la atención, el trabajo en equipo o el liderazgo.
Algunos estudios ratifican sus beneficios en personas de la tercera edad ya que les ayudan a mejorar sus reacciones y concentración.
Uno de los “buenos usos” de videojuegos que más se destacan son los simuladores. El entorno virtual se convierte en un ámbito de prueba que permite medir destrezas, realizar prácticas, cometer errores (y corregirlos), aprender a tomar decisiones, entre otras habilidades.
Este tipo de entrenamiento se usa desde hace tiempo en varias actividades para preparar a las personas para desempeñarse correctamente en la vida real.
Puntos en contra
Uno de los principales peligros del uso de juegos en línea es caer en una adicción. Sin embargo, los especialistas advierten que pasar muchas horas desempeñando esta actividad no es un indicativo exacto para determinar esta condición.
Para que se pueda considerar a una persona adicta a los videojuegos deben darse otras condiciones como: que el juego online se imponga frente a los demás aspectos en la vida de la persona, que el jugador experimente cambios de humor a causa de las sesiones de juego, que cada vez se requiera mayor tiempo de juego para obtener la estimulación suficiente, que al no poder jugar se experimenten síntomas como malestar e incomodidad y hasta manifestaciones físicas, que esta actividad genere conflictos con las personas que rodean a quien la desarrolla, que se intente disminuir el tiempo de uso y se vuelva a caer en conductas anteriores, entre otras.
Otra de las advertencias es que, de la misma manera que muchas habilidades aplicadas en el juego se pueden trasladar a la vida real, también puede suceder lo mismo con conductas negativas como por ejemplo la violencia.
Desafíos
Pese a los temores y a los peligros reales lo mejor es no tomar una actitud de distanciamiento y prohibición. La recomendación es plantearnos una serie de preguntas que nos acerquen a crear un buen hábito en torno a estos juegos e involucrarnos en conocerlos para poder ayudar a que esta relación sana se de.
Como los jugadores deben registrarse para participar, es necesario que los padres se pregunten sobre qué información poseen las plataformas sobre sus hijos. ¿A quién llegan estos datos?, ¿para que se usan?, son todas cuestiones a analizar.
Muchos de estos juegos tienen funciones añadidas como salas de chat. Es importante crear en los más chicos la conciencia de tomar las mismas precauciones que se toman en otras aplicaciones ya que en muchos casos no sabemos quién está del otro lado.
Al tratarse de un entorno lúdico, el control parental puede relajarse con respecto a otro tipo de plataformas y se pasan por alto por ejemplo cuestiones como la disparidad de edad. Ante esto es necesario evaluar si esta actitud no pone en riesgo a nuestros niños y si realmente se justifica renunciar a este tipo de precauciones.
Muchos juegos se asemejan a redes sociales. Es por ello que no debemos descuidar lo relacionado con la protección de la privacidad, de la misma manera en que no lo hacemos con otros perfiles.
Otra precaución a tener en cuenta es que algunos juegos derivan en apuestas o en gastos para mejorar la performance. Esto puede traer perjuicios económicos que si no se controlan pueden ser importantes.
Los adultos en muchos casos contamos con la barrera del desconocimiento para ejercer adecuadamente la función de cuidado y control. Por eso lo esencial es informarse y tratar de conocer lo más a fondo posible los sitios virtuales donde se desenvuelven nuestros hijos.
Los juegos no son malos o buenos en sí mismos, todo depende de que establezcamos con ellos una relación sana.