La reducción de la cantidad de residuos que generamos es la primera medida que podemos tomar para mejorar el problema de la basura en el mundo. Con pequeñas acciones diarias es posible generar un gran impacto y proteger el lugar que le dejaremos a las generaciones futuras.
La primera acción que se planteó años atrás frente al problema de la basura en el mundo, fue reciclar. Si bien esto es importante, hoy la principal premisa es generar menos residuos. Pese a que la solución de mayor envergadura depende de las disposiciones de los gobiernos o grandes organizaciones a nivel mundial, los ciudadanos podemos tomar algunas decisiones sencillas y prácticas para generar menos basura en la vida cotidiana.
El informe “Los desechos 2.0”, publicado por el Banco Mundial estima que el promedio de desechos en el mundo es de 0,74 kilos por persona y por día. Los países más desarrollados -según el mismo documento- representan el 16% de la población pero generan el 34% de la basura de todo el planeta. En Argentina, el promedio diario de desechos por habitante es de un kilo.
El 44% de los residuos que se generan son órgánicos y el 17% papel. Metales, vidrios y plásticos representan el 21%. Esto comienza a darnos algunas pistas de cuáles son los puntos en los que podemos actuar.
Consumo consciente
A medida que crece el nivel de consumo en las sociedades, crece también la cantidad de residuos que producen. Es por ello, que la medida con más impacto y la primera que podemos tomar es comprar sólo lo que necesitamos. Debemos evitar la compra de productos superfluos que responden más al capricho y al impulso que a una necesidad real.
En los momentos de compra, por ejemplo, optar por los envases grandes en lugar de un gran número de envases pequeños. Es recomendable no consumir objetos compuestos de muchos materiales. Normalmente son de difícil separación y no se pueden reciclar.
Además de los productos tangibles, la reducción de residuos también implica reducir el gasto energético innecesario. Graduar la temperatura del aire acondicionado y la calefacción, prestar atención a las etiquetas energéticas de los electrodomésticos que se compramos, desenchufar los aparatos que no se utilicen, maximizar las cargas de lavadoras y lavavajillas y, en general, vigilar la eficiencia energética en los hogares.
La ropa tiene también un lugar destacado entre los residuos, ya que cada año se desechan toneladas de tejidos. Para reducir estos desperdicios debemos comenzar por una correcta práctica de consumo. Mucha de la ropa se tira porque pasa de moda, pero existen formas de alargar su vida. Cuando no están en condiciones de ser usadas, pueden ser transformadas en otro producto, como bolsas o paños para limpieza. Cuando su estado es óptimo, se puede donar para que llegue a personas sin recursos.
En cuanto a la los artefactos electrónicos, cuya basura aumenta considerablemente año a año y es muy contaminante, es importante comprar productos de marcas que no fomenten la filosofía de usar y tirar y que se opongan claramente a la obsolescencia programada.
Utilizar menos plástico
La ONU calcula que en 2050 en los océanos habrá más plástico que peces y todas las aves marinas habrán comido de ese plástico. Entre las medidas para generar menos residuos de este material una de las más sencillas es llevar bolsas de tela u otros materiales reutilizables al hacer compras. También es recomendable comprar a granel siempre que sea posible y tratar de evitar sobre todo los envases plásticos de un solo uso. Es una buena idea tener siempre a mano botellas reutilizables e instalar un sistema de filtración de agua en vez de comprarla embotellada de forma recurrente.
Otra buena opción es contar con cubiertos propios en el trabajo para evitar el uso de utensilios de plástico que se desecharán tras un único uso. Son acciones pequeñas, pero que multiplicadas en muchas personas a lo largo del tiempo tienen un peso considerable.
Evitar desperdiciar alimentos
Además de la cuestión ética, el desecho de alimentos genera un enorme impacto ambiental. En los basurales, estos desperdicios, eliminan dióxido de carbono que contamina el aire. Además de evitar y reducir al mínimo el tirar alimentos, lo mejor que podemos hacer con estos desechos es compostarlos.
Las cáscaras de frutas, plantas secas, restos de café o té y cascarones de huevo pueden servir para que crear nuestro propio compost. Esto luego se utiliza como abono para las plantas. Si en casa tenemos huerta, será una acción de lo más útil.
Reutilizar y reparar siempre que podamos
Antes de tirar algo a la basura, debemos pensar si no es posible seguir dándole algún uso. Es así como recipientes vidrio, cajas de cartón y papeles de toda clase pueden reutilizarse y evitar la compra de un producto nuevo. Lo mismo sucede con los electrodomésticos. A veces, con algún pequeño arreglo, es posible seguir usándolos por más tiempo. Lo mismo se aplica a las prendas de vestir.
Son pequeñas acciones, que en la suma de las voluntades de muchas personas, harán una gran diferencia para nuestro planeta.