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Portada » Practicar el agradecimiento

Ser agradecidos es una virtud pero además es una práctica que tiene beneficios en nuestra forma de ver las cosas y hasta en nuestra salud. Incorporarla como un hábito diario nos puede traer grandes cambios en nuestra vida.

Ser agradecidos tiene un enorme poder para mejorar nuestro estado de ánimo. Poder percibir lo bueno que hay en nuestra vida (pese a lo malo que nos pase) nos dará una nueva perspectiva de las cosas y nos ayudará a construir una pensamiento más positivo. Hace tiempo ya te contamos los beneficios que esto tiene para nuestra salud.

La idea de practicar el agradecimiento no es negar lo malo que nos pasa, si no hacer un inventario de lo bueno que hay en nosotros, en nuestro día a día y en las personas que nos rodean.

Agradecer cuando todo va bien es mucho más simple y hasta puede surgir casi de manera natural, pero el desafío está en mantener la actitud de agradecimiento aún en los momentos difíciles. Ser agradecido no implica apartar de nosotros las emociones negativas que los sucesos desagradables que vivimos nos provocan, si no afrontarlos de una manera diferente.

El ejercicio se trata de realizar un inventario de lo que tenemos, de lo que hemos recibido, de las personas que nos rodean, de sus talentos, de los nuestros, de lo que los otros hacen por nosotros. Poner el centro en eso nos pone automáticamente en el momento presente.

Algunos consejos para volvernos más agradecidos son cambiar nuestra conversación hacia lo que sí tenemos y reemplazar con ello la queja, dar lo que hemos recibido y expresar a los demás con palabras nuestro agradecimiento.

Cambiarnos a una actitud de agradecimiento nos fortalece como personas y nos permite afrontar los momentos difíciles de otra manera.

 

Cómo convertir el agradecimiento en un hábito

Para que ser agradecidos se convierta en una actitud de vida hay algunas prácticas que debemos incorporar. Dedicar unos minutos al día para hacer un ejercicio de agradecimiento nos ayudará a valorar todo lo bueno que nos ocurrió aún en una mala jornada. Muchos recomiendan hacerlo al final del día ya que es cuando estamos menos apurados, pero cada uno debe encontrar el mejor momento. Incluso algunos lo practican por la noche y también por la mañana al levantarse.

Lo más recomendado para poder dar valor a todo lo positivo de nuestra vida será llevar un registro.  Las opciones son varias: elaborar una lista, tener un cuaderno o diario de gratitud, o armar un frasco de agradecimientos.

También puede hacerse el ejercicio solo de manera verbal. Lo importante es generar ese momento fijo de gratitud todos los días.

Tener registrados nuestros agradecimientos nos permitirá volver a ellos cuando lo deseemos o lo necesitemos. Si elegimos crear un frasco de gratitud, la sensación al ver cómo se va llenando será una gran recarga de energía.

Lo mejor será ir variando las cuestiones en las que nos centramos para agradecer, ya que si no se volverá algo monótono y no será provechoso.

Podemos agradecer por cosas que nos pasan, por personas que tenemos en nuestra vida, por actos o cualidades particulares de esas personas, por nuestras capacidades, por lo que podemos hacer y tanto más. No olvidemos mirarnos a nosotros y agradecer por lo bueno que tenemos dentro. Muchas veces es más fácil reconocer en qué no somos aptos o cuales son nuestros defectos, pero hacer el ejercicio de reconocer nuestras virtudes y agradecerlas nos dará una nueva perspectiva. Todo eso se traducirá en una nueva forma de relacionarnos con nuestro entorno. ¡Vale la pena probarlo!

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