La reducción del plástico, el fomento del comercio local y el acceso a alimentos de mejor calidad son algunas de las razones por las que esta forma de venta suma adeptos en las principales ciudades del mundo. En nuestro país ya hay algunos emprendimientos dentro de esta movida, con resultados muy exitosos.
La venta a granel o de productos “sueltos” era la forma comercial más común varias décadas atrás. Hoy esa tendencia está regresando pero no por pura nostalgia, si no por tomar acciones que nos aseguren un futuro mejor.
En este formato de comercio los productos (principalmente alimentos) se venden sin empaquetar ni envasar y en la cantidad que los clientes soliciten.
En Europa esta modalidad ya lleva unos años desarrollándose. Los clientes pueden comprar alimentos como harina, fideos, azúcar o leche y también productos de limpieza. Algunas de las marcas más destacadas en esta movida en ese continente son: Original Unverpackt en Alemania, Effecorta en Italia, Day by Day en Francia, unPacked en España y Unpackaged y Bulk Market en Inglaterra.
La modalidad para todos estos comercios es similar: el cliente lleva su envase o compra uno allí y adquiere la cantidad de producto que desea por peso. Algunos locales incentivan la reutilización de contenedores realizando descuentos a quienes los lleven o haciendo una especie de préstamo de sus propios recipientes (se cobra un monto al llevarlo que luego se reintegra cuando lo devuelven).
Beneficios de esta modalidad
Uno de los principales motivos que impulsan esta forma de comercializar productos es lo ambiental. Con este formato se reduce fuertemente la cantidad de plástico de un solo uso como así también el desecho de vidrios, cartones y aluminios.
En países con necesidades que pasan más por lo económico puede ser una manera de reducir el precio de los alimentos al eliminarse los gastos de empaquetado, diseño de packaging y publicidad.
Al consumidor le da la posibilidad de comprar la cantidad exacta que necesita y esto, además de los beneficios en su economía, hace que se reduzca el desperdicio de alimentos. Además nos permite probar alimentos nuevos (sin tener que comprar grandes cantidades) y hacer nuestra dieta más variada.
Quienes desarrollan este tipo de comercios resaltan que los productos que venden son de mejor calidad (en muchos casos ecológicos) y tienen menos conservantes y aditivos.
La compra en grandes cantidades que hacen las tiendas a granel ayuda a reducir la huella de carbono porque se reducen los volúmenes y la necesidad de transporte.
Algunos cuestionamientos
Algunas personas marcan como dificultades de este sistema el mayor cuidado que se requiere en cuanto a logística, sobretodo en el caso de productos perecederos. Hay que regular muy bien los stocks para que los productos no queden en la tienda pasado el tiempo de caducidad y deban desecharse.
También se plantean algunas dudas en torno del manejo higiénico de los productos, su dificultad para la trazabilidad y el acceso a la información que habitualmente debe venir en las etiquetas. Esto se soluciona con buenas prácticas en la manipulación de los alimentos y la exhibición de la información de cada producto en el punto de venta.
Experiencia argentina
Esta tendencia ya llegó a nuestro país. El año pasado abrió en el barrio de Belgrano en Buenos Aires el supermercado Cero Market, que es el primero en el país de este tipo.
Una de sus socias, Ana Pierre, afirma en una entrevista para Ámbito que la idea surgió por una situación que vivía de manera periódica al ver que no podía debía comprar más cantidad de producto de la que necesitaba, por venir en envases cerrados.
Esta emprendedora asegura que “en muchos casos los precios de los productos disminuyen sin todo el packaging”, pero aclara que en insumos como harina o azúcar este impacto no es tan importante.
Antes de su apertura, su empresa ya tenía solicitudes para instalarse en otros puntos de la ciudad y el país y hoy cuenta con varias sucursales.